domingo, 30 de abril de 2017

PURRUSALDA

Porrusalda o purrusalda  (del euskera porru o purru [puerro] y salda [caldo]) es decir, caldo de puerros.
Plato originario de la gastronomía vasca, habitual durante la Cuaresma y de origen humilde que se elaboraba con productos que nunca faltaban en la huerta: puerros y patatas.




Pensaba que esta receta tendría que quedar para mejor ocasión pero puesto que han vuelto los fríos invernales me parece buen momento para publicarla.

La purrusalda es un plato que desde siempre he visto en casa, probablemente debido a mi ascendente vasco, aunque no es habitual en todas las regiones. Mi madre siempre nos la hacía pero en su versión "viuda", es decir sin pescado ni carne, pero es verdad que en muchos lugares como en el País Vasco es típico que ésta incorpore bacalao.

La porrusalda es un plato clásico, fácil, sano, barato y rico que tiene como ingrediente principal el  puerro gruesamente picado al que se añade patatas y habitualmente  zanahoria y hortalizas como cebolla y ajo.
Los componentes de este plato son una maravilla de la naturaleza y el resultado final es delicioso. El puerro, junto a la cebolla y el ajo, forma en ese trío de alimentos que más protegen a las células frente a sus enemigos. Las virtudes de estas liliáceas se conocen desde tiempos inmemoriales y todavía hoy en día se consideran como unas poderosas barreras naturales contra los trastornos cardiovasculares y las infecciones.

Además la purrusalda es de lo mejor que hay para la limpieza después de un día de excesos, con un efecto diurético y laxante que ayuda a depurar y aligerar el organismo, ya que en su composición predomina el agua y es muy escaso su aporte en hidratos de carbono, por lo que es muy recomendada también para la batalla contra los kilos.

Por lo tanto, os animo a que la hagáis, resulta reconfortante en estos días aún fríos... en la próxima entrada espero poder traeros algo más fresquito.







miércoles, 26 de abril de 2017

COLABORACIONES:" DE VINOS Y AMANTES"


“El vino se inventó para dar placer, y mientras más placer ofrezca a más personas, tanto mejor” (Jancis Robinson)





El goce del vino debe ser como el de un amante. Empieza en el momento en que alzamos la copa suavemente, casi acariciándola. Lo observamos a continuación, con una mezcla de admiración y deseo. Puede que incluso con amor, aunque sea efímero. Mañana otro puede ocupar su lugar...

Después nos perdemos en su olor, la antesala del placer. Aceptamos ser seducidos. Y, finalmente, lo rozamos  con nuestros labios. Apreciamos su cuerpo. Y lo mejor: su recuerdo permanece anclado en nuestra memoria, esperando  con ansia  la ocasión de volver a vivir ese éxtasis. Aunque sea con otro.

Pero previamente, cuando comenzamos a buscarlo, puede que lo hagamos con una idea preconcebida. O puede que no... A veces, no estamos seguros de lo que queremos. Independientemente de ello, lo comparamos con sus semejantes. Una rápida mirada escrutadora pero disimulada es el primer paso para seleccionar nuestro objeto del deseo. Nos acercamos despacio y lo observamos para confirmar que es digno de convertirse en el elegido. 

La edad es otro factor;  joven, o en su apogeo, sin olvidar que la madurez es un valor en alza. Hay vinos viejos que conservan toda su frescura al cabo de los años, mientras que otros sólo están en su plenitud en el primero. 

¿Seco y vivaz o dulce y confitado? O quizás, si no queremos complicarnos la vida, nos fijaremos en el que es ligero y fácil de beber. No defrauda, pero tampoco sorprende. Y si buscamos emociones fuertes, la mejor opción será aquel que se muestra potente y especiado. Y tampoco olvidemos que un pequeño defecto puede constituir todo su atractivo. Placer antes que equilibrio. Así es la vida. 

Una vez elegido, nos lo llevamos, albergando un sentimiento que conjuga  picardía y emoción. Los preámbulos y el cortejo son importantes. Buscamos el maridaje perfecto para que dé la talla. Que no rompa la armonía ni oculte sus propiedades y virtudes. Y no todos deben descorcharse de inmediato. Se despiertan al momento los blancos afrutados, los tintos ligeros y los espumosos efervescentes. Son rápidos. Aquí te pillo y aquí te mato. Aunque, por norma general, una hora suele ser suficiente con casi todos para preparar la seducción con certeza. Solamente los jóvenes e intensos y los muy potentes exigen mayor tiempo para  ponerlos a punto. Si te precipitas, lo lamentarás. 

Y llegó la hora de la verdad. Si nuestra elección ha sido acertada, y no hablo de buena ni mala, sino de la más acorde a nuestros gustos y expectativas, el encuentro permanecerá en nuestra memoria. Y, probablemente,  lo reclamaremos nuevamente para volver a disfrutarlo. Pero eso, por supuesto, nunca será un obstáculo  para que busquemos nuevas emociones y placeres en otros. Depende del momento,  ¿verdad?

Moraleja: no olvidemos que sobre el vino, igual que sobre los amantes, no existen verdades absolutas.

MARIA SALORIO

domingo, 23 de abril de 2017

SALMÓN MARINADO

Muchos que me conocéis sabréis de mi pasión por el salmón.
De cualquier forma que lo preparemos, el salmón es muy beneficioso para nuestra salud, es un pescado rico en ácidos omega 3, que tiene un efecto antiinflamatorio, regula la circulación y el sistema inmunitario.
Hoy vamos a hacer un salmón marinado al estilo sueco: “El gravlax” 
En sueco “grav” quiere decir enterrar y “lax” significa salmón. Juntando las dos palabras podríamos decir que “gravlax” significa “salmón enterrado”.
En este proceso se trata de enterrar el salmón en una mezcla de sal gruesa y azúcar, a partes iguales,  y mantenerlo así durante dos días en la nevera, para que se cure.
La sal penetra lentamente en la carne haciendo que pierda agua y aportando sabores salados. La función de la sal no es solo conservar, sino disolver la principal proteína del salmón, la miosina, y dar así a la carne una textura compacta, densa y sedosa y con un aspecto brillante y traslúcido que permite cortarla lonchas finas. Hay  además un ingrediente de sabor anisado muy utilizado en la cocina nórdica que nunca debe faltar en la preparación de esta receta: el eneldo.
No hay una forma única de hacer el salmón marinado: hay quién varía la proporción de azúcar y sal, hay quién mantiene el salmón más tiempo marinando, hay quién le añade alcohol, o piel de cítricos rallada,… en fín, muchas variantes para conseguir distintos sabores y texturas en función de cómo se utilicen todos estos elementos.

El salmón marinado nos permite preparar infinitas recetas, desde tapas con tostas, hasta sándwiches, pastas, quiches, o ensaladas. Todo es echarle imaginación.

¿Os animáis?



martes, 18 de abril de 2017

COLABORACIONES: "LA COCINA AZUL DE MONET"

Pintura, comida, arte y vida.


En la casa donde vivió Claude Monet desde 1883 hasta 1926 en la preciosa localidad de Giverny, a orillas del Sena, a tan sólo 75 Kms de París, hoy ya luce la primavera en la luz de sus flores en plena época de esplendor.
Pero no sólo la luz, la cercanía de París o la belleza de la flora local inspiraron al genio francés del impresionismo a la hora de pintar sus más celebres obras de arte.
Uno de los secretos del maestro era su pasión por la gastronomía, tanto en el aspecto de degustador incansable de las mejores viandas de la Alta Normandía, como en su menos conocida labor de recopilador incansable, libreta en mano, de notas con las que construyó sus cuadernos de cocina, sobre los que se fundamenta la “Comida Monet”.
La prueba de ello es la cocina azul, una obra de arte viva, con paredes de azulejos de loza azul y blanco de cerámica de Rouen – Ruán.

domingo, 9 de abril de 2017

VACACIONES DE SEMANA SANTA 2016


El blog se toma unas vacaciones, volverá después de Semana Santa.

Mientras tanto, os dejo una brochetas de fruta para contrarrestar la tarta de limón de la semana pasada, ya sabéis, 5 raciones al día de frutas y verduras!

Descansad, disfrutad y sed felices..



jueves, 6 de abril de 2017

COLABORACIONES:"EL BANQUETE"


Darse de bruces contigo que haces sentir como pan pan, vino vino. 
Que cruzas las piernas y envenenas como una canallada que apetece. 
La lujuria de un dos mas dos, cuatro.
Me gusta cuando me dices; aparta, ¡hoy cocino yo!,y dejo que sientes las nalgas sobre la mesa de la cocina. 
Darse de bruces de nuevo, contigo. Eres fiesta, banquete, comilona. Calórico menú. 
Suenan tus pasos, los tacones de esas altas sandalias y mis manos apuran las gotas de mostaza...
Eres el horno que guisa domingos...
Un abecedario desnudo.

MIGUEL ÁNGEL CARAMÉS






domingo, 2 de abril de 2017

TARTA DE LIMÓN Y MERENGUE




Hoy vamos a hacer una tarta clásica entre las clásicas: "Lemon-Meringue pie", o en castellano, tarta de limón con merengue. 
Esta receta es tradicional de la cocina estadounidense y británica, si bien se conoce en muchos otros lugares porque como digo es una de las "clásicas" en repostería.

Originariamente esta tarta, atribuida más a la cultura americana, llevaba solo la base almendrada y la crema de limón, pero no el merengue. Sería en el XIX, cuando el pastelero suizo Alexander Frehse añadiría un merengue gratinado a la clásica tarta de limón, resultando la "Lemon-Meringue Pie".

La tarta de limón con merengue son tres preparaciones en una. Consiste en una base de masa dulce horneada, una crema de limón (actualmente más conocida como lemon curd) y un merengue italiano que posteriormente se gratina en el horno o bien se dora con un soplete.

Debo decir que esta tarta es una de mis tartas preferidas, diría casi que es una genialidad, uno de esos casos de aparente sencillez con un gran acierto de combinaciones que para nada se hace empalagosa. El contaste entre la acidez de la crema y la dulzura y suavidad del merengue resulta absoluta y simplemente insuperable.